
“Es fundamental trabajar de forma consciente nuestras cadenas de valor y elegir de cuáles queremos formar parte”, sostiene Irini. A lo largo de la entrevista, también destaca la cooperación, el liderazgo inclusivo y la integración del talento diverso como ejes estratégicos para la competitividad industrial.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta hoy la industria argentina?
Estamos atravesando un cambio de paradigma a nivel nacional, con un modelo económico que nos impulsa a revisar nuestros modelos de negocio. Competir con el mundo requiere mirar hacia adentro: fortalecer nuestras capacidades organizacionales, repensar estructuras y construir un ecosistema empresarial realmente competitivo.
Ese ecosistema no se construye solo desde la industria hacia dentro. También necesita un entorno que acompañe: regulaciones más simples, baja del costo argentino, logística más eficiente y mayor articulación público-privada.
Desde mi experiencia como empresaria industrial —liderando junto a mis hermanos una industria con más de 50 años de trayectoria, donde fabricamos cables de energía eléctrica— puedo decir que los desafíos son concretos y cotidianos. Formamos parte de cadenas de valor estratégicas como la minería, el oil & gas, las energías renovables y la construcción, entre otras. Esto nos exige trabajar con estándares técnicos internacionales, cumplir plazos cada vez más exigentes y adaptarnos con agilidad a sectores que no pueden detener su operación.
Frente a estas exigencias, invertimos constantemente en la formación de nuestros equipos, en el desarrollo de ingeniería y en la mejora continua de nuestros procesos productivos. También impulsamos proyectos de investigación aplicada e innovación, porque sabemos que la capacidad de aprender, adaptarse y mejorar es clave para sostener la competitividad en el tiempo.
Y en el centro de todo esto está el talento. En un entorno cada vez más desafiante, con transformaciones constantes y alta complejidad, las organizaciones que logran integrar diversidad de miradas, disciplinas y experiencias son las que tienen más posibilidades de innovar y adaptarse. La creatividad y la capacidad de encontrar nuevas soluciones surgen, muchas veces, de equipos diversos que colaboran desde enfoques complementarios.
En este contexto, es clave reconocer cómo están cambiando los perfiles profesionales: hoy, el 60% de quienes egresan de las universidades argentinas son mujeres. Dejar fuera ese caudal de conocimiento, formación y visión es no solo injusto, sino también ineficiente. Las mujeres, además de conocimientos técnicos, aportan a las organizaciones atributos como la empatía, la escucha, la capacidad de construir vínculos y liderar de forma colaborativa, todos elementos fundamentales para conducir equipos en tiempos de incertidumbre.
Incluir a más mujeres en la industria no es solamente una cuestión de equidad o responsabilidad social. Es una decisión estratégica para aumentar la productividad, enriquecer los procesos de toma de decisión y fortalecer la competitividad del sector.

¿Cómo impulsar la participación de las mujeres en el sector industrial?
Durante años, la participación de mujeres en roles de liderazgo y representación dentro del entramado industrial fue mínima. En la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires, me tocó liderar una investigación en Argentina —patrocinada por la Unión Europea, la OIT y ONU Mujeres— con el objetivo de identificar las barreras que enfrentaban las mujeres para acceder a esos espacios.
Lo que descubrimos fue revelador: las mujeres no solo encontraban obstáculos para llegar a lugares de decisión, sino también para sostener y hacer crecer sus proyectos empresariales dentro de un entorno estructuralmente adverso.
A partir de ese diagnóstico impulsamos la creación de Red MÍA | Mujeres de la Industria Argentina, una red federal que busca visibilizar, conectar y acompañar el liderazgo femenino en la industria. Hoy es un espacio en expansión, que integra mujeres de todo el país y trabaja para que más mujeres formen parte de espacios de decisión, cámaras y empresas. Porque incluir distintas miradas es clave para ampliar capacidades, enriquecer estrategias y aumentar la competitividad del sector.
¿Qué lugar ocupa la logística en esta etapa de transformación?
La logística es un pilar. No alcanza con producir bien y con precios competitivos: hay que garantizar eficiencia en toda la cadena, desde el abastecimiento hasta la entrega final. Por eso hablamos de ecosistema logístico competitivo, de alianzas estratégicas y de nearshoring como oportunidad para que nuestras industrias se inserten en cadenas regionales de valor.
Eso exige eficiencia interna, pero también un entorno externo que acompañe, bajando costos logísticos y brindando infraestructura adecuada.
¿Qué rol cumple el comercio exterior en esta estrategia?
Tener una estrategia de comercio exterior activa nos obliga a sostener estándares de calidad, eficiencia y adaptación continua. Nos expone a exigencias mayores, pero también nos vuelve más ágiles, más abiertos y más resilientes.
Además, al diversificar mercados y relaciones comerciales, reducimos el riesgo y ganamos estabilidad. Esa apertura inteligente nos prepara para enfrentar cambios globales con más solidez.

¿Cuáles son los principales retos del sector ante la apertura internacional?
Uno de los principales desafíos está en los costos que no se generan dentro de la industria, pero que la afectan directamente: logísticos, regulatorios, fiscales. Transformar ese entorno es una tarea clave del sector público, y por eso desde la mayoría de las cámaras industriales hoy hablamos de la necesidad de una apertura inteligente.
Para poder competir en igualdad de condiciones, es indispensable que Argentina equipare los incentivos, herramientas y marcos que otros países ofrecen a sus industrias. Esto no es solo una preocupación de las y los empresarios: debe ser un tema de agenda nacional. La industria activa sistemas productivos, logísticos y comerciales, y su desarrollo tiene un impacto directo en el empleo y el entramado social.
Además, es fundamental que como sociedad entendamos que cada vez que compramos un producto argentino, estamos generando trabajo argentino. Para que esto sea posible de manera sostenible, se requiere una articulación profunda entre cámaras, empresas y el Estado, con propuestas concretas que fortalezcan la competitividad de nuestra producción.
¿Qué factores pueden ayudarnos a transformar potencial en desarrollo?
Argentina tiene recursos estratégicos que el mundo necesita. Pero el desarrollo no es automático. Para que ese potencial se convierta en progreso real, necesitamos sumar capacidades: invertir en formación técnica, en tecnología y en redes de confianza entre actores públicos y privados.
El desarrollo industrial es una construcción colectiva, que se juega tanto dentro de cada empresa como en el modo en que colaboramos entre sectores.
¿Qué oportunidades a futuro ves en la articulación público-privada?
Las cámaras empresariales, cuando tienen participación activa del sector privado, pueden ser catalizadoras de transformaciones profundas. Desde allí se construyen agendas comunes, se impulsan políticas más eficientes y se generan condiciones para la inversión productiva.
Fortalecer estas redes, integrar a más mujeres, potenciar el talento técnico, adoptar tecnologías y trabajar sobre el entorno operativo son las claves para una industria más resiliente, competitiva e inclusiva.
Si logramos avanzar con visión estratégica, cooperación genuina y compromiso colectivo, vamos a estar mejor preparados para transformar el potencial productivo del país en oportunidades reales de desarrollo sostenible. La industria es motor de desarrollo, multiplicador de valor y generador de oportunidades para las generaciones presentes y futuras. En un contexto global desafiante, lo que está en juego no es solo el crecimiento económico, sino también nuestra capacidad de preservar soberanía, autonomía y decisión sobre el futuro que queremos construir como país.
Hoy estamos gestando una nueva industria: una industria que no teme transformarse, que se anima a revisar sus modelos y que busca, desde la innovación, el talento y la colaboración, encontrar nuevas soluciones para los nuevos desafíos. Una industria que pone al ser humano y al desarrollo sostenible en el centro de su propósito.
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