Dos Pingüinos sueltos: Danny DeVito y Colin Farrell cuentan sus vivencias interpretando al icónico villano de Batman

Dos actores de renombre internacional, Danny DeVito y Colin Farrell, se sentaron frente a frente en una nueva edición “Actors On Actors” de la revista Variety para compartir sus vivencias como el infame Pingüino del universo Batman .Una entrevista de indudable atractivo.

Separados por generaciones y estilos, ambos han encarnado a uno de los villanos más emblemáticos de Gótica, y su conversación ofrece una mirada íntima y a la vez universal sobre el arte de la transformación, la camaradería en el set y los desafíos personales que acompañan a una carrera en la industria del entretenimiento.

DeVito, quien dio vida a Oswald Cobblepot en Batman regresa (1992) bajo la dirección de Tim Burton, y Farrell, responsable de una versión más cruda y contemporánea de Oz Cobb en The Batman (2022) de Matt Reeves y en la serie El Pingüino, exploran juntos los matices de un personaje que ha marcado sus trayectorias y les ha permitido reflexionar sobre la pasión por el oficio actoral.

La caracterización del Pingüino ha exigido a ambos actores someterse a extensos procesos de maquillaje y prótesis, una experiencia que, según relataron, definió en gran medida su aproximación al personaje.

Danny DeVito recordó que, en su caso, el trabajo inicial de maquillaje para Oswald Cobblepot requería entre cinco y seis horas, aunque con el tiempo lograron reducirlo. “Todas las mañanas, estaba en la silla durante tres horas y media”, relató DeVito, sobre la rutina que comenzaba a las 4:30 o 5 de la mañana, entre tazas de té y la espera del primer contacto con el pegamento y la gran prótesis nasal.

Colin Farrell, por su parte, describió su primera prueba de maquillaje en los estudios de Warner Bros. como un proceso de siete u ocho horas, con un equipo de quince personas trabajando para lograr la transformación total. Con el avance del rodaje, el tiempo se redujo a unas tres horas diarias.

Farrell confesó que prefería llegar en pijama, con la música ya sonando y el café listo, aprovechando ese tiempo para repasar el guion y prepararse mentalmente para las largas jornadas de grabación. “La mayoría de las semanas eran tres jornadas de 16, 17 y 18 horas”, explicó, haciendo hincapié en el desgaste físico y la necesidad de espaciar los días de rodaje para evitar daños en la piel.

La convivencia en el set y las experiencias fuera de cámara también formaron parte central de la conversación entre DeVito y Farrell, quienes intercambiaron historias sobre la interacción con el equipo y los animales que acompañaron sus interpretaciones.

DeVito recordó que durante el rodaje de Batman regresa visitó el zoológico de San Diego para observar de cerca a los pingüinos, una experiencia que, según él, “olía hasta el cielo”, debido a la falta de higiene de las aves. Esta inmersión en el mundo animal contribuyó a dotar de autenticidad a su Oswald, un personaje rodeado de pingüinos y secuaces en su guarida subterránea.

El ambiente en el set también se caracterizaba por la camaradería y el humor. DeVito contó cómo, en medio de una escena en el escondite del Pingüino, pedía a un asistente que atravesara los pasillos para remover la salsa de tomate que cocinaba en su tráiler. Estas pequeñas rutinas culinarias se entrelazaban con la exigencia del rodaje, aportando un respiro a las largas jornadas bajo el maquillaje.

Farrell, en tanto, compartió su admiración por la dedicación de DeVito y la atmósfera de caos creativo que reinaba en Siempre hay sol en Filadelfia, la longeva serie en la que DeVito interpreta a Frank. “Se trata simplemente del caos y la locura de ser humano”, comentó Farrell, destacando la libertad y el desenfado que caracterizan al programa.

La conversación permitió a ambos actores comparar sus versiones del Pingüino y analizar la relación del personaje con figuras icónicas como Gatúbela y Batman. Farrell interpretó a Oz Cobb junto a Zoë Kravitz, quien encarnó a Gatúbela en The Batman. Aunque sus escenas juntos fueron breves, Farrell elogió la labor de Kravitz y la química en pantalla.

DeVito, en cambio, compartió su experiencia con Michelle Pfeiffer, a quien describió como “una diosa”. “Si sabía que ella iba a estar en una escena ese día... me ponía colorado. Me ponía más maquillaje: ‘Dame otro kilo de maquillaje’. Era muy difícil”, confesó DeVito, evidenciando el impacto que la presencia de Pfeiffer tenía en su preparación diaria.

En cuanto a Batman, Farrell trabajó junto a Robert Pattinson, a quien consideró “brillante” y “completamente original” en su interpretación. Explicó que, en la visión de Matt Reeves, Batman aún no era una figura consolidada en Gótica, lo que permitía a su Pingüino aspirar a ascender en el mundo criminal.

“Hay envidia, pero también admiración”, señaló Farrell sobre la relación entre ambos personajes. DeVito, por su parte, recordó su trabajo con Michael Keaton y la obsesión de Oswald por el poder y el control de su propio imperio subterráneo. “El elemento operístico de Batman regresa de Tim Burton fue lo que más me gustó: la música, los decorados y todo el asunto”, afirmó DeVito, destacando el carácter teatral y grandilocuente de su versión.

Ambos coincidieron en que sus Pingüinos compartían una cierta fealdad y desmesura, aunque Farrell consideró que su Oz Cobb se adentraba en una oscuridad más profunda hacia el final de la serie. A pesar de la intensidad del papel, Farrell expresó gratitud por la oportunidad de interpretar al personaje, recordando cómo, de niño en Dublín, admiraba a DeVito y a Burgess Meredith, el Pingüino original de la serie de los años sesenta.

Más allá de las anécdotas profesionales, la conversación entre DeVito y Farrell abordó temas personales como la sobriedad, el bienestar y la capacidad de desconectar del trabajo. Farrell relató que, durante el rodaje de En Brujas, llevaba catorce meses sobrio y se sintió abrumado por la presencia de 460 cervezas diferentes en el set. “Fue deprimente”, admitió, reconociendo la dificultad de mantenerse alejado del alcohol en un entorno tan tentador.

DeVito, por su parte, compartió que ha reducido considerablemente su consumo de alcohol y que, cuando se encuentra en una etapa saludable, evita las bebidas fuertes y se limita a un sorbo de vino o un martini ocasional.

Farrell describió sus métodos para relajarse fuera del set, que incluyen ver películas, leer, tomar saunas y correr. Reconoció que, aunque suele experimentar una energía ansiosa, ha aprendido a encontrar momentos de calma y equilibrio en su vida cotidiana.

La charla también sirvió para repasar los proyectos recientes de ambos actores. DeVito se prepara para regresar como Frank en la temporada 17 de Siempre hay sol en Filadelfia, una serie que, según explicó, se graba en California y le permite explorar una creatividad sin límites.

Farrell, por su parte, trabaja en la serie Sugar, donde ha encontrado un equipo técnico en gran parte coincidente con el de la primera temporada, lo que ha fortalecido el sentido de comunidad y gratitud en el set.

La disposición de ambos a retomar el papel del Pingüino quedó patente en la conversación. DeVito aseguró que, si Tim Burton lo llamara para una nueva interpretación, aceptaría sin dudarlo. Para ambos, el personaje representa una oportunidad de libertad creativa y de explorar los extremos de la condición humana, ya sea desde la ópera gótica de Burton o el realismo sombrío de Reeves.