El conflicto en Ucrania, que inició en 2014 con la anexión de Crimea por parte de Rusia y que se intensificó en 2022 con una invasión a gran escala, ha desencadenado una crisis humanitaria de proporciones significativas en Europa.
Este enfrentamiento ha causado miles de muertes y ha obligado a millones de personas a abandonar sus hogares, modificando radicalmente el panorama social y político de la región.
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Incluso, las estadísticas de desplazamiento y víctimas han convertido a la guerra en Ucrania en uno de los episodios más dramáticos de la historia reciente del continente.
Ante este escenario, se ha documentado la intervención de combatientes extranjeros provenientes de diversos países, entre los que se destacan grupos de colombianos que, impulsados por una gama de motivaciones, han decidido unirse a los dos bandos implicados en la disputa.
Estas razones pueden ir desde las convicciones ideológicas, incentivos económicos y presuntas oportunidades de crecimiento profesional dentro de las filas militares.
Esta presencia de colombianos y otras nacionalidades ha añadido un componente internacional al conflicto, complicando aún más su análisis y gestión por parte de las autoridades ucranianas y de la comunidad internacional.
Denuncias sobre la situación real de los combatientes
Un mercenario colombiano, que pidió reserva de su identidad, reveló a Infobae Colombia una supuesta trama de engaños, precariedad y manipulación que estarían viviendo los combatientes colombianos en Ucrania.
A través de su relato, se conocieron múltiples denuncias sobre el trato recibido, las condiciones reales de quienes viajan al frente, y las redes de captación que aprovechan la desesperación de muchos exmilitares.
Engaños sobre pagos y condiciones de contratación
El testimonio destacó que a los colombianos se les prometen pagos y compensaciones que no se materializan, pues según el denunciante, incluso a quienes resultan heridos en combate, como fue su caso, no les pagan indemnizaciones.
En ese sentido, explicó que las promesas de recibir 19 millones de pesos mensuales son falsas y funcionan como señuelo, dado que estos montos se anuncian a través de videos en redes sociales, en particular TikTok, en los que un teniente conocido como Vegueta lideraría lo que el mercenario describió como un supuesto negocio de captación.
Los bonos ofrecidos dependen del desempeño en combate y no constituyen un salario fijo, lo que contradice las promesas hechas durante el reclutamiento.
Situación de los heridos y abandono en el frente
El mercenario narró que en ciertas unidades los combatientes heridos quedan abandonados sin asistencia adecuada.
Al respecto, describió como en uno de los frentes, muchos resultan heridos y deben buscar la manera de salir por sus propios medios, incluso si tienen graves lesiones en las piernas.
El abandono se agrava porque ni los comandantes colombianos ni ucranianos consiguen soluciones, ya que las autoridades ucranianas priorizan la evacuación de sus propios soldados; mientras tanto, los extranjeros quedan expuestos, sin pagos y en condiciones de vulnerabilidad extrema.
Negocios, falsas promesas y manipulación mediática
El testimonio también señaló la existencia de una estructura de negocios en torno al reclutamiento militar, pues denunció la manipulación de medios de comunicación y el uso de figuras como Vegueta y Audel Rojas, enfermero colombiano, quienes amplifican el atractivo de unirse al conflicto a través de entrevistas y redes sociales.
Según el denunciante, algunos entrevistados en televisión o redes sociales se han presentado como héroes sin haber estado en primera línea.
A su vez, plataformas digitales también han funcionado como formas para reclutar nuevos combatientes con promesas de ventajas económicas inexistentes.
Por otro lado, cuando los familiares de combatientes desaparecidos buscan respuestas, estas figuras bloquean la comunicación y evitan dar información verídica sobre su paradero.
Denuncias sobre figuras concretas y estructura mafiosa
El mercenario mencionó explícitamente a 3 colombianos como presuntos responsables de fomentar y mantener un sistema en el que el interés personal ha primado sobre la vida de los reclutados.
El mercenario refirió que estos líderes permanecen en puestos administrativos y reciben beneficios por cada persona que envían al frente, mientras otros arriesgan su vida en “las peores unidades”.
Además, denunció que exmilitares reclutan nuevos voluntarios para ir tanto a Ucrania como a Rusia, prometiendo bonos imposibles, como pagos de hasta 100 millones de pesos mensuales, lo cual tacha abiertamente de falso.
Soldado herido y abandonado
Las declaraciones directas de soldados colombianos en el frente ucraniano aportan un panorama de abandono, desprotección y desesperanza.
La comunicación entre los combatientes y sus comandantes revela una profunda brecha entre las promesas iniciales y la realidad vivida en el terreno.
Uno de los testimonios recogidos corresponde a un soldado apodado “Cangrejo”, que solicitó insistentemente ayuda para no quedar a su suerte tras una lesión.
En su mensaje pidió a un superior que le ayude con un grupo de soldados o, en su defecto, que facilite la evacuación: “Yo puedo pararme con el pie izquierdo, pero que no nos vaya a dejar morir acá”, afirmó.
La súplica, cargada de angustia, reflejó el sentimiento de abandono, así como la incertidumbre sobre si recibirán la mínima asistencia necesaria para sobrevivir y regresar al país de origen.
Según los testimonios, aunque los comandantes nacionales conocen la situación de sus subordinados heridos, los procedimientos impuestos por el mando ucraniano impiden cualquier intervención efectiva: solo se permite la evacuación por medios propios, lo que resulta inviable ante lesiones graves.
La situación se agrava con la presencia de campos minados, como en la zona de Jersón, donde los soldados atrapados ven limitadas sus opciones, aumentando el riesgo de fallecimientos evitables.
Los testimonios denunciaron la acumulación de hasta 60 días en misión sin la recepción completa de los pagos prometidos.
Parte de los fondos internacionales, mencionados como provenientes de la Otan, nunca llegan a manos de los combatientes.
Según los afectados, el dinero asignado para salarios y compensaciones presuntamente se desvía dentro de las estructuras administrativas, profundizando la sensación de desprotección y vulnerabilidad.
Esta realidad, marcada por la precariedad y el engaño, no solo atenta contra la motivación de los combatientes, sino que agrava el drama social en comunidades colombianas que ven partir a sus familiares en busca de mejores oportunidades solo para encontrarse con una realidad muy distinta.
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